Siempre he tenido cierta fijación por las fechas, sin
embargo, en los últimos días mi vida ha tomado un rumbo incierto que no me
había permitido detenerme y reflexionar lo especial de este cumpleaños. Subo al
tercer piso, abandono el prefijo “veinti…”, dejo de ser legalmente “joven” para
convertirme en “adulta”, un día más, un día menos, la edad es cuestión de
actitud, dicen.
Hace unos días me pregunté: ¿qué estaba haciendo hace
exactamente diez años? Apenas pude recordar algunas cosas: cursaba el sexto
semestre de la licenciatura, mi tiempo se iba entre lexicología, psicolingüística,
gramática generativa transformacional, francés, inglés y algún invento del
ocio. Superaba junto con mi familia un duelo reciente, conocía gente nueva, aún
veía tele, no tenía computadora ni celular, leía, caminaba, nunca había
trabajado… en fin, mi vida era buena y la vivía sin cuestionarme si me gustaba
o no. Hoy, en medio de una batalla difícil, se me ocurre celebrar mis treinta escribiéndole
un mensaje a la veinteañera que con gusto habría visto su futuro en una bola de
cristal. Le hablo desde el ahora, con la esperanza de que ella me recuerde
algunos sueños del ayer, a cambio de disolverle algunas ingenuidades.
“A ti, la de verde, te hablo yo:
Diez años pasaron volando, pero dejaron huella. La primera
noticia de este mensaje de cumpleaños es que llegarás a los 30, completa, más
viva y transformada. Sí, es bueno saberlo, tal como habrá muchas otras cosas
por saber. Ya que te la pasas pensando en el mañana, pon atención a lo que
sigue, aquello que sabrás solamente a su debido tiempo.
-
Te identificarás con varias máximas que la gente
va repitiendo por ahí: “El dolor se va y queda el buen recuerdo”; “la familia
es tu mayor bendición”, “no siempre lo urgente es lo importante”; “lo hecho,
hecho está”; “la vida te da sorpresas…” Sí, todo es cierto, ya vas a ver…
-
A los 25 habrás cumplido dos objetivos
profesionales específicos: viajar al extranjero y dar clases en nivel
universitario. Ambas cosas te encantarán, te darán satisfacción y por si fuera
poco, aprenderás a editar libros, a dar clases de idiomas y descubrirás muchas
debilidades como profesionista que siempre podrás corregir. Tu ángel laboral será
muy fiel y eficiente.
-
¿Querías trabajo? Tendrás. ¿Querías pasear?
Pasearás. ¿Te interesaba vivir en otros lugares, conocer gente nueva, culturas
distintas, otra música, otros aires? Habrá. ¿Querías ser joven y feliz? Serás. ¿Querías
enamorarte? Te darás en la… Está bien, pasará, ¡pero ten cuidado con lo que
deseas!
-
Te seguirán llamando “Laurita” a los
veintimuchos, y cuando reacciones ante ello, te embarcarás en una fumada
introspección psicológico de por qué jijos las personas te siguen diciendo así.
Las respuestas serán interesantes, pero hasta los 30 deberás trabajar en la
transformación de semejante vocativo.
-
Tardarás un poco en llevarte bien con la mujer
que verás en el espejo, pero sin duda te gustará mucho más dentro de unos años.
Eres una oruga, querida, pero todo cambia.
-
La paz irá y vendrá, pero la habrás conocido.
Disponte a luchar por conservarla.
-
El cáncer llegará a tu vida e intentará llevarse
a la mujer que más quieres, la que más te ha querido. Tocará las fibras más
profundas de todos a tu alrededor y así, ni más ni menos que en esas
condiciones, llegarás a los dorados 30, entre hospitales, diagnósticos, tristeza
y esperanza. Será la experiencia más importante, al menos hasta esta edad, y
aún no sabrás cuánto misterio encierra esta prueba de vida y de fe. Aún así,
darás gracias, porque por tu mamá habrá valido la pena todo, sin duda, siempre…
-
En medio de esa prueba conocerás a los amigos
verdaderos, a la gente buena que aún existe. Algunos te llamarán por teléfono,
otros orarán contigo en sintonía, otros viajarán desde lejos para darte en
persona el abrazo que tanta falta te hará, y otros simplemente dirán “yo tengo
ese tipo de sangre, ¿a qué hora hay que ir a donar y qué más te hace falta?” Por
algo los llaman las sonrisas de Dios.
-
En fin, que si quieres saber más, a los 30 no habrá
libro publicado, ni árbol plantado, ni hijo tenido. Tampoco casa propia, ni
trabajo definitivo, ni pretendiente ni novio ni esposo, ni siquiera maestría.
Nada de salto a la fama, perfección conseguida ni lotería ganada. ¿Pero sabes
qué? No importará. Nada más importa porque no hay quien pueda decirte cómo
tiene que ser la vida. Sólo ten fe, confía, respira. ¿Por qué? Porque los 30
sabrás con plena certeza que lo que ha de ser será, gracias a Aquel que no cambia,
el único que basta para conducir tus pasos porque te trajo a este mundo para
algo; el que llena tu alma de gratitud y te fortalece para enfrentar lo que
vendrá; el único que conoce los anhelos de tu corazón y te ha concedido más
bendiciones de las que hubieras sido capaz de imaginar. A los 30 dirás que has
vivido gracias a Él, la Fuente de Todo, el Creador de milagros, el Dios de tu paz
y tu alegría.”